Como es costumbre todos los Miércoles Santos de la Semana Mayor, feligreses de todas partes del país acompañaron la procesión del Nazareno de San Pablo en la ciudad de Caracas.

Con palmas, flores y oraciones, los venezolanos iniciaron el peregrinaje desde la Basílica de Santa Teresa, en el centro de la ciudad. La procesión contempló un recorrido de 1.5 kilómetros distribuidos entre las avenidas Velásquez, Lecuna, esquina Miranda, avenida Baralt, esquina del Servicio Administrativo de Identificación Migración y Extranjería (Saime) y Teatro Municipal, reseñó la Agencia Venezolana de Noticias.

A igual que en ocasiones anteriores, la feligresía ratificó su devoción y gratitud al Nazareno caminando descalza, llevando cruces a cuestas y portando túnicas moradas que simbolizan el peregrinaje de Jesús en los momentos previos a su crucifixión.

a señora Noraima, quien lleva 12 años asistiendo a la misa y peregrinaje del Nazareno de San Pablo, indicó que su mo tivación principal es agradecer la llegada de su hijo, dado que, en el pasado, había presentado complicaciones para concebir.

“No podía tener hijos y el Nazareno me lo concedió. Agradeceré eternamente ese favor”, dijo en entrevista concedida a Venezolana de Televisión.

Por su parte, la señora Zuleima, quien llevaba consigo un rosario, comentó que todos los Miércoles Santos acude a la Basílica para “pedir por la salud de mis hijos, nietos y familiares”, al tiempo que indicó que, a pesar de su edad, continuará asistiendo para venerar la sagrada imagen.

El tradicional peregrinaje del Nazareno de San Pablo cuenta con el resguardo de funcionarios de Protección Civil (PC) y el Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital, así como de efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

La tradición del Nazareno de San Pablo se instauró hace más de 400 años, luego de un acto milagroso ocurrido en la esquina de Miracielos, en Caracas. En aquella ocasión, los pobladores decidieron sacar en procesión la imagen del Nazareno para rogar por la sanación de los enfermos por una epidemia de escorbuto.

Durante el recorrido, la imagen tropezó con un limonero, del cual se desprendieron frutos con los cuales se elaboró una bebida que dio la cura inmediata a las personas que padecían la enfermedad. A raíz de ello, la feligresía rinde tributo a la imagen religiosa por los favores recibidos.

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